sábado, 23 de octubre de 2010

Capitulo 2

Solo una vez por semana tenía esa clase. Razón por la cual el lunes siguiente, estaba súper emocionada e increíblemente, con ganas de ir a la escuela. Creo que me estoy volviendo loca. O quizá algo de mente, no estoy segura.
-Buenos días – dijo mi profe favorito al entrar al aula de clases. Miró a los alumnos en general y luego su mirada se posó en mi por un instante. Sonreí tímidamente, sin embargo el no hizo más que voltear la mirada y comenzar con su clase. Qué decepcionante fue el hecho que no me haya devuelto la mirada.
- Hoy vamos a ver un tema bastante simple. – Comenzó. - ¿Por qué el ser humano es un ser social? Un tema que probablemente hayan visto en la primaria. – Su charla siguió sobre el tema de que el ser humano necesita de otros para vivir, y un compañero levantó la mano. No me sorprendía dado que el profe al principio dijo que sus clases eran para debatirlas, y que estaba abierto a opiniones a pesar de coincidir o no.
- ¿Podríamos tal vez decir que necesitamos de afecto, amor? – Pregunto.
- Eso depende de a quien le preguntes. Algunos te dirían que sí, pero no es mi caso.
- ¿Por qué no? – Pregunto otra compañera luego de alzar su mano.
- Pues… - Comenzó el profesor – Creo que eso que la gente tanto nombra, denominando “amor” es sólo atracción física. - ¿Qué rayos decía este hombre? Fue un punto débil en mí.
-¿Y cómo explica las relaciones duraderas, y las distintas sensaciones con respecto a este sentimiento? – Pregunté intentando que se retractara de lo que había dicho.
- Las relaciones duran porque los humanos se acostumbran a ellas, no porque se amen. Y respecto a las sensaciones, dime cuales y te diré el por qué.
- El malestar estomacal que algunos llaman mariposas en el estomago. – Dije sin pensármelo mucho.
- Nuestro estomago tiene reacciones ante el nerviosismo o ansiedad. Como suele pasar a veces que ante determinadas situaciones uno come mucho o no come nada. Y este nerviosismo que se siente es causado por la excitación sexual y/o deseo.
- La aceleración del ritmo cardiaco.
- Excitación sexual - me volvió a responder. – Quiero dejarles en claro algo. El corazón es un órgano. Y como cualquier otro órgano, no es la causa de los “sentimientos”.
-¿Y qué hay con el afecto materno? – Pregunte en busca de una opción en la que no pudiese responder “excitación sexual”
-Nuestro cuerpo se siente ligado a nuestra madre, dado que es quien nos concedió la vida y que compartimos la sangre. Pero no dejan de ser reacciones corporales y puramente biológicas.
-¿Y entonces como se imagina usted que inventaron esta “teoría del amor”? – Pregunte rezándole a dios que se quede sin más palabras que decir o con que replicar.

-Es algo que inventaron los seres humanos para diferenciarse de los animales. Nada más que eso. – Me quedé callada. – Ahora, si me dejan avanzar sobre el tema.

El siguió con su tema mientras yo sentía lágrimas caer sobre mi mejilla. ¿Cómo podía ser que el hombre que me había gustado desde el primer momento no tuviese corazón?








Qe alguien me comente asi siento qe hay alguien qe lo lee!! jaja

miércoles, 20 de octubre de 2010

Capitulo 1

Al fin comenzaba mi primer año universitario. Estaba exageradamente nerviosa. Por suerte no sudaba. Lo único que me quedaba era esperar a que mi hermano, quien cursaba el tercer año en cardiología, terminara de vestirse y me llevara hasta el instituto.
Lo bueno es que no estaría sola este primer día, dado que mi prima estudiaría psicología al igual que yo, y también era su primer año.
Recuerdo que en la inscripción escribieron mal mi nombre, porque el chico que me atendía estaba con unos problemas en el oído. Escribió Antonella Chávez, en vez de Angélica Carter (mi nombre), y debí corregirlo en dos ocasiones, fue algo incomodo. Hubiese preferido que se rieran o algo así por el error, pero no hacían más que asentir, lo que me ponía muy nerviosa.
Una vez en la escuela, Seba, mi hermano, me dejó sola con Anna (mi prima). Ella no parecía estar tan nerviosa como yo, incluso me incitó para que fuésemos a buscar los horarios al centro de estudiantes. Según la planilla, la primera clase era sociología. Algo demasiado aburrido para mi gusto. Hubiese preferido Filosofía, pero no tendría esa materia hasta las últimas horas.
Nos dirigimos al aula donde se suponía que teníamos la materia. Se oían tantos murmullos que por un momento me recordó a la escuela secundaria. Seguro que el ruido se debía a que el profesor aun no se encontraba presente.
En compañía de Anna me fui a sentar en uno de los bancos. Apenas estaba terminando de acomodarme y de sacar un cuaderno y agarrar mi lapicera cuando el profesor entró al aula.
-Buenos días – saludo dejando sus cosas sobre el escritorio. – bienvenidos por primera vez a su clase de sociología. Yo seré su profesor este año, y según su carrera, tal vez también el año que viene.
Me quedé absorta mirando al profesor. ¡Era muy guapo! Se veía algo joven, tal vez no nos llevemos muchos años… ¡Oh! ¡Qué complicado sería concentrarme en esta clase!

-¡Oh! Este día se me ha hecho increíblemente largo. – le comente a Anna de camino al auto. Ella rió.
-¿Por qué? ¿Extrañabas al profe de Sociología? – Enrojecí hasta las orejas.
-¿De qué hablas? – Pregunté haciendo mi mayor esfuerzo por disimular.
-Se que te gusta. Lo miraste toda la clase como si estuvieses contemplando la octava maravilla. – dijo exagerando.
-¿Tanto se a notado? – pregunte nerviosa. Ella asintió riendo como si fuese gracioso.
- aunque en verdad nadie te miraba así que no creo que alguien se haya dado cuenta. – sonrió. – Es muy lindo, ¿A qué no? – reí algo nerviosa en respuesta.
Nos dirigimos a la parada de colectivo en la ruta, esperando que pasara nuestro transporte (el mixto). Y entonces vi a mi profe pasar en un taxi. No sabía que se iba tan temprano.
Pasó justo por enfrente de nosotros, y me quedó mirando un instante. Eso o yo era una perseguida.
Me quedé sonriendo incluso después de que el auto pasó, lo que le hizo mucha gracia a Anna, quien estaba al lado mío y también lo había visto.
-Sabes Ángel, tú no sabes disimular en lo absoluto. – me dijo sin dejar de reírse.
Comenzaba a darme mucha vergüenza todo esto.